jueves, 10 de enero de 2013

Todos somos Chávez


Nosotros las y los ateos tenemos un compromiso con la vida. La misma vida que viven los creyentes de cualquier religión, pero no creemos en que haya algo más allá de ella que nos vigile para premiarnos o castigarnos después de muertos. Sin embargo, sentimos que nuestros corazones albergan un sentimiento que nos trasciende como seres finitos y nos une religiosamente con nuestro prójimo. Este sentimiento es la solidaridad con nuestros semejantes, por lo que son ellas y ellos quienes emiten el juicio final sobre nuestras vidas y dan el valor justo a nuestra muerte.

Por esta convicción, nuestra oración por Chávez es una oración urgente. Terrenal. Aquí y ahora. Es una oración de fe (que es confianza) en sus médicos y sus medicinas, pero también es una oración para su gente: familiares, amigos y compañeros de faenas políticas. Una oración que les pide serenidad y sinceridad y les recuerda que las lágrimas vertidas por su sufrimiento son las firmas del compromiso con la vida futura. Inmediata. Viva o muera, quien lo llore ahora no puede faltarle mañana.  

Por ello nuestra oración no va dirigida al cielo, ni tiene un código particular, sino que es un profundo decir terrenal que sale de nuestros corazones y va dirigido al corazón de nuestras hermanas y hermanos venezolanos que aman a sus prójimos como a sí mismos. 

Oramos por la salud del Comandante Chávez porque comprendemos que su labor entre nosotros está apenas comenzando. Que la historia de Venezuela y de América Latina tiene aún reservadas para él las páginas más gloriosas del siglo XXI.

Oramos, hermanas y hermanos, para que sigamos disfrutando de su compañía. La compañía de un auténtico caballero de dos pañuelos. Para que nos siga regalando sus penas y alegrías hechas canciones y poesías. Para que sus regaños públicos sigan alimentando nuestras conciencias privadas. Para que nos recite las coplas y los versos sobre Bolívar, Maisanta y tantos otros soldados de la dignidad, que yacían olvidados en los rincones oscuros de la historia patria.   

Oramos, en fin, para que con su potencia física y moral, nos siga demostrando que las y los venezolanos somos capaces de crear un mundo mejor que no es una utopía, sino que puede hacerse realidad en cada gesto, en cada acción de desprendimiento y de acompañamiento al otro y la otra que nunca habían sido invitados al festín de la vida.

Oramos por Chávez nuestro, líder. Oramos por Chávez nuestro, padre. Oramos por Chávez nuestro, hermano. Oramos por Chávez nuestro, hijo. Oramos por Chávez nuestro, primo. Oramos por Chávez nuestro, vecino. Oramos por Chávez nuestro, amigo. Oramos por el Chávez nuestro que se hizo mundo.

En esta hora tan difícil para su vida, dejemos que nuestros sentimientos más nobles vayan hasta él y en un abrazo fraterno lo consuelen, se despidan con un beso tierno sobre su frente limpia y antes de cruzar el umbral de salida, le digan con la voz firme de un soldado: ¡Hasta la victoria siempre, Comandante!

Y para terminar nuestra oración, declaramos que estamos dispuestos a creer en el dios que crearon los pueblos con sus esperanzas y angustias, sus temores y alegrías, sus errores y aciertos, sus verdades y mentiras, y que resume todo su poder creador en la palabra “AMOR”.

¡Viva Chávez!
Caracas, 31 de diciembre de 2012

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